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- Presentan los conocimientos de forma dogmática.
- Imponen los saberes, no incitan ni ayudan a construirlos.
- Más que divulgar los conocimientos, los vulgarizan y trivializan.
- O se pasan veinte pueblos con el dichoso “nivel”.
- Sustituyen cualquier otra fuente de información: donde esté “el libro” son innecesarios los demás libros.
- Presentan una estructura rígida, que no facilita la adaptación de las situaciones de aprendizaje al contexto.
- No fomentan la iniciativa del profesorado.
- Adquieren un valor prescriptivo: marcan la programación y su seguimiento.
- Se elaboran y distribuyen con criterios de mercado, no pedagógicos ni sociales.
- Sobreviven a cualquier cambio curricular: su capacidad camaleónica de adaptación desvirtúa toda innovación que se intente por vía del currículo.